Al respirar con atención, volvemos a nuestro centro
Cuando llegamos a clase, cada una de nosotras trae consigo la energía acumulada durante la jornada: las emociones, las preocupaciones, la tensión física o mental. Al prestar atención a la respiración, a cómo el aire que entra y sale por nuestras fosas nasales, comenzamos a reconectar con nuestro centro y con la energía vital que nos habita.
La respiración consciente nos invita a tomar un respiro, literalmente, y a permitir que esa energía se renueve. Cada inhalación nos llena de prana, de calma, de claridad; cada exhalación nos ayuda a soltar lo que ya no necesitamos: estrés, tensión, pensamientos repetitivos. Es como limpiar y actualizar nuestra energía desde dentro hacia fuera.
Una de las formas más sencillas y efectivas de practicar la respiración consciente es la respiración abdominal. Al sentir cómo se expande con la inhalación y se relaja con la exhalación, logramos sintonizar con nuestro cuerpo, con nuestras emociones y con la calma que habita en nosotros. Este simple gesto, repetido unos minutos al día, puede marcar una gran diferencia en cómo nos sentimos y cómo afrontamos el resto de nuestras actividades.
Practicar la respiración consciente no solo nos ayuda a relajarnos: nos conecta con nuestra energía vital, nos permite vivir más presentes y nos ayuda a vibrar desde un lugar de paz y serenidad.
La próxima vez que vengas a clase, dedica unos minutos conectar conscientemente con la respiración y siente cómo tu energía se transforma, cómo se renueva y cómo te acompaña en todo lo que haces.
Cada respiración es una oportunidad para renovar tu energía
Leer más sobre la respiración
Pránáyáma – Respiración

