Porque para comenzar, también hay que saber cerrar
Cada vez que se inicia un año, un mes, una semana… o incluso un nuevo día, sentimos que se abre un espacio especial. Un portal a nuevas posibilidades.
Quizás eres de las que aprovecha estos momentos para marcarse un propósito, hacer alguna técnica, un ritual… o simplemente respirar con la intención de empezar diferente.
Pero muchas veces, en medio de tanta energía de “inicio”, se nos olvida algo fundamental:
Cerrar también es importante
Hoy quiero hablarte de eso, de los cierres conscientes.
Esos que no siempre tienen tanto protagonismo, pero que nos permiten integrar y dar verdadero sentido a los ciclos que vivimos.
La pausa que sostiene el cambio
Cerrar un ciclo (ya sea un mes, un día, una etapa) nos da perspectiva.
Nos ofrece una pausa para mirar hacia atrás con suavidad y ver qué aprendimos, qué nos transformó, qué queremos llevarnos y qué preferimos dejar.
No se trata de “hacer borrón y cuenta nueva” como si nada hubiera pasado.
Se trata de honrar lo vivido, de agradecer lo que fue —incluso lo difícil— y de reconocer lo que hemos sido en ese tiempo.
Solo así podemos abrirnos de verdad a lo nuevo, desde un lugar más armonioso y consciente.
Cierres cotidianos: mi pequeño ritual
Ya sabes que soy muy fan de los rituales sencillos, de esos que se hacen con alma.
Uno que hago cada noche antes de acostarme es repasar mentalmente el día:
las situaciones vividas, cómo me sentí, qué puedo aprender…
Y sobre todo, agradecer.
Agradecer el haberme dado cuenta, el haber estado presente, el haberlo vivido.
Eso me ayuda a liberar carga, a soltar, y a abrirme al día siguiente desde otro lugar.
Hoy cerramos un mes, día… ¿te sumas?
Si hoy sientes que te resuena, te comparto un pequeño ritual de cierre de mes, un día, una etapa…
No necesitas mucho. Solo unos minutos para ti.
Puedes:
🕯️ Encender una vela — para iluminar lo vivido
📝 Escribir lo que aprendiste — lo que te llevas de este mes
🙏 Agradecer — incluso lo que dolió
🌸 Respirar profundo — y permitirte integrar
No hace falta que sea perfecto, ni que tengas mucho tiempo.
Solo hace falta querer estar contigo, en calma, con conciencia.